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lunes, 21 de marzo de 2016

sábado, 9 de enero de 2016

LUIS DE EGUÍLAZ

PORTADA DE LA OBRA DE D. MANUEL BARBADILLO



Este trabajo se ha realizado haciendo un resumen, incluso incluye muchas frases textuales, de la obra de D. Manuel Barbadillo “Luis de Eguílaz,  su vida, su época, su obra”. Esta biografía la encontré en mi casa e incluso está dedicada a mi padre por el autor, que le honraba con su amistad. Me ha servido entre otras cosas para conocer al autor sanluqueño un poco más y comprobar que la lírica se encuentra presente incluso en este género literario que es la biografía. Vaya para D. Manuel mi humilde homenaje y la intención de conocer su obra más ampliamente.





Realizado por Mª del Carmen del Río Luque

                                               
NOMBRE COMPLETO: DÁMASO LUIS MARTINEZ DE EGUÍLAZ

Cuando un sanluqueño ve una lápida en una casa donde dice que allí nació Luis de Eguílaz y ha pasado muchas veces por una calle con su nombre, se le ocurre que quiere conocer algo de ese señor.
Nació en Sanlúcar en 1830 y murió en Madrid en 1874. Su padre era de Logroño y su madre de Cádiz y la estancia de esa familia en esta ciudad no fue fácil ni halagüeña.
Trasladado a Madrid quería estudiar leyes para con su ejercicio atender al sostenimiento de su casa ya que faltaba la figura del padre. Antes del traslado  a Madrid, con sólo 14 años, había estrenado en Jerez una comedia en un acto con el título “Por dinero baila el perro”, obra entusiásticamente recibida por el público y la crítica.
Según algunos biógrafos la madre descubrió en aquel niño enfermito y triste, condiciones excepcionales para la literatura; concretamente para la versificación, que hacía de un modo fácil y casi sin darle importancia. Él mismo lo dice, no por vanidad, sino porque el tema obliga, en varias ocasiones. En el preámbulo de “Los crepúsculos” y en “La vaquera de la Finojosa” declara: -Mediando sólo diez días…… desde aquel en que se empezó esta obra (en tres actos y en verso) a aquel en que el público lo juzgó en el teatro-.
Otros lo sitúan en un maestro llamado D. Juan Capitán, el poeta de Antequera, presbítero, catedrático en el Instituto de Jerez, académico de la sevillana de Buenas Letras, colaborador muy estimado en las revistas literarias de su tiempo y del cuál fue discípulo predilecto.
Ya en Madrid le orienta, le aconseja y la ayuda D. Eugenio de Ochoa, personaje de grandes raíces cortesanas, de muchas campanillas políticas, literarias y sociales, el cuál, por ejemplo, tradujo la obra completa de Virgilio. A D. Eugenio  el autor dedica la comedia “Verdades amargas" estrenada el 20 de enero de 1853; esta obra le abrió de par en par los saloncillos escénicos, las redacciones de los periódicos, los cafés literarios, y lo definitivo, le proporcionó el acceso final a los empresarios, músicos y comediantes.

LA CASA

Es la número 3 de la calle, hoy, de su nombre, con anterioridad fue llamada de la Iglesia y ahondando más en el tiempo se tituló del Contador Felipe Guerrero.
Durante lustros, quizás, ha sido refugio de clases humildes. En 1964, año  de publicación de la obra de D. Manuel Barbadillo: “conserva aún su vieja traza romana: patio con columnas de mármol, aljibe en el centro, habitaciones, todas, con salida a las galerías circundantes, y luego la escalera principal, con balaustrada de madera noble donde se aprecian, intactos a pesar del tiempo, tallados y filigranas de la más paciente artesanía, comedor de rica techumbre con torno de naturaleza monjil y luz, diáfana y directa en la mayoría de las dependencias”.
Las finanzas de la casa no deberían moverse en un sistema de serenidad como aquel, histórico,  tan característico del siglo XIX: bodega, viña, olivar y junto al jardín, caballos ensillados y galgos para practicar la caza en las dehesas o en las marismas.
Don Dámaso, padre de nuestro autor, no debió participar de esta vida aunque se dice que su familia poseía la viña de Munive, donde años antes había establecido su cuartel general, un bandido de ese mismo título (Luis Munive). En papeles oficiales consta que dicha viña era por el año 1796, de don Juan Antonio Martínez de Eguílaz, de Sanlúcar, posiblemente tío de Luis de Eguílaz. Como curiosidad contar que al hablar Simón de Rojas Clemente de las variedades de uvas que se crían en Sanlúcar se refiere a una clase, por él bautizada con el nombre de Martinecia y dice de ella: ”sólo la he visto en Munive, pago de Sanlúcar. La dedico a don Juan Antonio Martínez de Eguílaz que la cultiva entre otras variedades muy raras y preciosas”. Sabemos también que Rojas Clemente tuvo de discípula en Sanlúcar a doña María Josefa de la Piedra, perteneciente a la familia Eguílaz, ya que aquel apellido también lo llevaban los Martínez de Eguílaz.

SANLÚCAR

¿Cómo era durante los años que van desde 1830 a 1874?
En un manual de la provincia de Cádiz publicado en el año 1847 consta que la población en 1846 según el censo era de 19.002 almas; que los hombres de mar ascienden a 712 y que la bandera de la marina mercante era “azul toda”, privilegio que confirma la importancia nautica siempre concedida a este puerto. Interesante era el medio nautico de comunicación. En un diario sevillano de la época (La Paz) se puede leer:   ”Vapor San Telmo, de Sevilla a Sanlúcar y Cádiz: 8 de la mañana, Vapor Adriano: 10 de la mañana”.
Como complemento podemos agregar: “una parroquia matriz y dos auxiliares, once conventos de frailes y tres de monjas, seis ermitas ruinosas, cuatro hospitales, además de la hospitalidad domiciliaria de la Hermandad de San Pedro, una casa de expósitos y otra de huérfanas”.
La tierra estaba dividida de la siguiente manera:
1080 suertes de viñas, 171 de frutales, 33 de huertas, 286 de navazos, 6  de olivares y  6 de pinares.
La riqueza principal seguía siendo la del vino. Además, ”sus arboledas producen frutas delicadas que abastecen a los pueblos cercanos; y al extranjero de naranjas y limones. La pesca es muy abundante, se emplean en ella cuarenta embarcaciones y para el comercio de cabotaje treinta. Hay dos fábricas de curtidos, dos de hilados de algodón con máquinas y tres de licores”.
Si retrocedemos un poco en el tiempo, encontramos otros hechos de sabroso interés histórico:
La muerte de Fernando VII ha desencadenado la guerra carlista; sus salpicaduras llegan hasta nuestra provincia. El día 30 de septiembre de 1836, el ayuntamiento fue advertido del peligro que implicaba la proximidad del enemigo. Incluso el día 24 de noviembre se toman medidas para la evacuación de la ciudad: tan cerca estaban los rebeldes y tan escasas eran las fuerzas defensivas.  En el manuscrito de un escritor anónimo, viajero, aparece la frase: “la entrada del río está defendida por un pequeño castillo muy bien situado; pero muy débil, sin cañones y sin soldados”.
De acontecimientos políticos cabe recordar: el motín madrileño (4 de septiembre de 1840) entre esparteristas y progresistas, con la repercusión ideológica, aquí en Sanlúcar de colocar en el salón de actos consistoriales un gran retrato del duque de la Victoria.
Acuerdos relativos a la desamortización; fueron cerrándose conventos y colegios de tipo religioso, para convertirse después en almacenes de vinos  jardines íntimos de recreo puramente particular.
La muerte de Prim asesinado, en 1870; los preliminares de la república; la república y de colofón la Cantonal.
El cólera morbo, que apareció en verano de 1834 y ocasionó en Sanlúcar la muerte de unas quinientas personas. Volvió a aparecer en 1854.
En el capítulo festivo:
Fiesta por el casamiento de la reina Isabel con don Francisco de Asís.
Fiestas por haber nacido en Sanlúcar el infante don Fernando, segundo hijo varón de la infanta Luisa Fernanda (29 de mayo de 1859).
De teatro, referencias pobres, el ayuntamiento acuerda (21 de julio de1834) que “se haga saber al empresario de la Casa de la Comedia que concluida la función que tiene anunciada, se cierre el teatro para lo sucesivo”. Después ha de venir la construcción del llamado Teatro Principal, inaugurado el 1º de julio de 1842 con la representación de la obra  ”Guzmán el Bueno” y, ya muerto nuestro ilustre paisano, la edificación en 1877, de lo que fue Teatro  Eguílaz, levantado en  la Calzada.
Por ese tiempo Fernán Caballero ha establecido su residencia en Sanlúcar. Escribe en 1855: “He fijado mi residencia aquí porque en esta hermosa ciudad la vida es más barata que en El Puerto de Santa María y aquí residen mis excelentes amigos los condes de Monteagudo”. Eguílaz fue prologuista de la novela de Fernán Caballero “Clemencia” y además publicó en 1862 en un diario madrileño un estudio crítico que obtuvo gran éxito (de divulgación y elogio). Posiblemente a partir de esa fecha empezó la relación entre la novelista y el dramaturgo. Hay una carta de doña Cecilia donde “siente mucho no poder dar cima a la corona poética que quiere dedicar a la virgen de Valme porque Eguílaz está enfermo”.


EL DRAMA DE LA GEOGRAFÍA

Eguílaz se traslada a Madrid para  la carrera de leyes y, de un modo expreso, para darse a conocer como poeta.
¿Se puede, en un ámbito de tipo ordinario, sin más prensa que la de índole política y sin más centros de cultura que los representados por la botica, por la barbería o por la taberna de la plaza, elevar con éxito el clamor angustioso del que se clasifica digno de esa altura?
Muchos, fueron los escritores, músicos, artistas…….provincianos que en aquellas décadas abandonaron la tierra nativa para instalarse en Madrid. Casos como el del poeta García Gutierrez (que marchó a Madrid a pie, desde Chiclana), del novelista Pedro Antonio de Alarcón (que huyó de la casa materna), del compositor Ruperto Chapí y el sainetero Carlos Arniches. En su libro, don Manuel barbadillo compara con los medios de “ahora” (1964) que “resulta mucho más fácil extender el fruto de una obra”; nunca hubiera podido imaginar ni en sueños los medios de comunicación de que disponemos en la actualidad.
Eguílaz dejó su pequeña patria para ir a Madrid, obligado por la cosa económica, la muerte del padre, y quizás  la esperanza, el deseo de lograr y alcanzar lo que aquí no estimaba realizable.
¿Qué hubiera pasado si no hubiesen concurrido esas circunstancias? La ruina de Eguílaz fue la causa de su triunfo, igual que la orfandad prematura de su paisano, Pacheco.

UNA INTERVIU POSTAL

De la correspondencia mantenida por don Manuel con doña Balbina Parada de Eguílaz, nieta del dramaturgo destaco los siguientes párrafos:
Mi abuelo era muy bueno.
En cuanto a la fortuna, dejó al morir sus obras y a veces ni aún sus obras, porque si al salir de cobrar los derechos de autor se encontraba con una persona necesitada, volvía a casa sin un céntimo.
En el orden político respetaba el régimen imperante pero sin meterse jamás en interioridades. Sus propósitos, que cumplía siempre, eran estar en bien con todo el mundo.
Nombraba con entusiasmo su patria lejana, poseía una acuarela que se refiere concretamente a la casa donde había nacido. Mi abuelo gozaba mirando aquella acuarela evocativa. Sentía deseos de volver a Sanlúcar pero no pudo.
Una anécdota no conocida de él es que estaba publicando una novela en la “Correspondencia de España” y la reina Isabel II estaba tan interesada en su lectura que mandaba muchos días a un emisario especial para que mi abuelo le facilitara una copia del capítulo siguiente”.


ANECDOTARIO

I.- Interviene la reina

Isabel II, estimulaba, con su constante vida de escándalo, a los poetas de índole festiva, raro era el día que no circulaban de mano en mano, y de un modo anónimo y misterioso, las creaciones poéticas más descarnadas y satíricas. Entre los asistentes al café Iberia, que Eguílaz frecuentaba, figuraba Marcos Zapata, poeta romántico y bohemio; estos versos, suyos, nos dan idea de su precaria vida

Un perro me da calor,
Y un banco del Prado, cama;
Y así, sienta usted la llama
de  inspiración y de amor

Zapata logró estrenar “La capilla de Lumiza”, drama que alcanzó un éxito clamoroso, pero vendió los derechos a cambio de una suma ridícula y exigua. Manuel de Palacio le echó en cara ese pésimo negocio teatral en un chispeante epigrama y en versos también de humor obtuvo la réplica correspondiente que decía.

“Oye pedazo de tal.
Cuando no se tiene un real,
desde Homero hasta Zorrilla,
Se vende una catedral”

A este hombre, chispeante, de gracia y miseria, se le acercó una tarde un sujeto de esos complicados en asuntos tenebrosos y le propuso en tono confidencial:
-        Nadie como usted  podría hacer unos versos en descrédito de la  reina.
Marcos, a pesar de las perspectivas remuneradoras que el caso ofrecía se negó en redondo a la realización de aquel propósito. Eguílaz, desde su ángulo de observación, había vivido la escena; conocía al elemento demandante y estaba seguro del objeto de su visita. Por eso, no tuvo inconveniente de acercarse a Zapata y decirle cuando se quedó solo:
-        Me honraba antes, con darle a usted la mano y con llamarle amigo; pero desde ahora, al ver como se ha negado a inferir ofensas a una mujer (sea quién sea), el sentimiento de afecto ha subido de tono.





Echegaray y Eguílaz

Eguílaz explica a don Antonio de Trueba, periodista que da testimonio de ello en un artículo publicado en 1882 (Ilustración Española y Americana) el motivo de su agradecimiento a Echegaray:
Siendo Echegaray ministro de Fomento estaba yo en la situación más triste de mi vida, por falta de salud no podía escribir para el teatro, mis comedias apenas se representaban y el hambre y la miseria llamaban a mi puerta. En esa situación y al quedar vacante la plaza de jefe del Archivo Nacional el ministro me nombró para ese puesto”.

Fernandez Caballero y  Eguílaz

A don Manuel Fernández Caballero hay que distinguirlo como algo excepcional en el mundo de la música. Tras una carrera excepcional como músico, aun siendo un muchacho, desea estrenar, le obsesiona una idea, la del comediógrafo, la del colaborador literario.
¡Si Eguílaz quisiera escribir algo especialmente para él! Va a visitarle con ese propósito. Eguílaz accede satisfecho, persuadido de que tras aquella visita, tras aquellos ojos de principiante, despierto e ilusionado hay como un anuncio de gloria inmediata.
Días después le hace entrega del libreto, en un acto, que lleva el título de “La vergonzosa en palacio” .Se estrenaría con gran éxito pero no fue la única colaboración, de hecho, “El salto del pasiego”, obra póstuma de Eguílaz, se considera la mas sobresaliente de todas las zarzuelas del maestro Fernández Caballero que unidas a otras obras musicales alcanzaron el número de doscientas. Obras como “Gigantes y cabezudos”, “La  Viejecita”, “Los sobrinos del capitán Grant”…
Sin embargo el sabio compositor murió pobre por una faceta de su personalidad original, por gastrónomo. El poeta festivo Salvador María Gravés lo confirma en los versos que siguen:

“Comilón de siete suelas,
escribe con rapidez
partituras y zarzuelas,
siempre y cuando a la vez
mueva la pluma y las muelas.
Si su inspiración se agosta
y queréis que por la posta
 recobre la inspiración
enseñadle una langosta,
seis chuletas y un jamón”



Una visita de interés                                                                                                      

Don Eugenio Hartzenbusch, en 1850 es públicamente admirado en los medos teatrales, en las academias artísticas, en las redacciones de más alta jerarquía editorial. A Eguílaz, por esa época no le conoce nadie, sin embargo Hartzenbusch ante la invitación de un novel recuerda sus orígenes y acude a su vivienda; una habitación mísera, enclavada en un cuarto piso con el aditamento gimnástico de noventa y siete peldaños de escalera. Allí “el estudiante pobre, el poeta enfermo”, como él se lllama, aguarda, espera. Días largos en los que el pobre Eguílaz llega a calificarse de “moribundo”. Después su residencia será otra.
Eguílaz, sorprendido no sabe cómo agradecer esta visita, nervioso ha comenzado a desmontar los libros, los papeles, las carpetas, todo el material apilado en las escasas sillas disponibles.
Al rato ha comenzado la lectura, al terminar don Eugenio dice: ”Yo, Eguílaz  he de ser amigo de usted. No digo su protector, porque usted no lo necesita. La recomendación más segura es la de su propia obra”.
Estamos en los finales de la primavera, y don Eugenio, inmerso en el ambiente madrileño de vieja bohemia, sin más compañía que la de sus gafas, se encamina a la dirección del teatro Español.
Eguílaz refiere: “…tomó aquel manuscrito que en vano había llamado a las puertas de los más miserables teatros sin más pretensión que la de ser leído y dio con él en el teatro Español…” “…vertió sus elogios, dulce consuelo en aquel alma próxima a escaparse del cuerpo” (Notas de la dedicatoria que aparece en el “Patriarca del Turia”).

González Bravo

González Bravo es esencialmente, político total, político en el sentido peiorativo de la palabra, su historia pública resulta un mosaico de incomprensibles mutaciones.
En días de fatales desgracias sabe que le buscan, que le persiguen, le acosan, se le hace indispensable dar con algo o alguien, al margen de toda malicia policíaca. En el fondo de su memoria aparece el nombre de Luis de Eguílaz. Llega a su casa, Eguílaz abre la puerta, y todo se desenvuelve de un modo vertiginoso, como en el teatro.
Una buhardilla le sirvió de escondrijo y de allí salió González Bravo, “para jurar el cargo de presidente de las Cortes” según palabras de la nieta de Eguílaz doña Balbina.

Una lección de caridad

Eguílaz, viudo, compartía con su única hija, Rosa, momentos de inefable ternura.
Una tarde, a la vuelta de un paseo encuentran sentado a la puerta de su casa, un mendigo anciano; el pobre sabía el nombre del comediógrafo:
-Don Luis, una limosna…. Don Luis que es usted muy bueno.
Don Luis le contempló con tristeza, con infinita lástima:
-Toma- y le entregó una moneda de cinco pesetas, ¡Un duro!, que era entonces una cifra totalmente astronómica. La niña ante la entrega de aquella cantidad de fábula, se quedó atónita, sorprendida, deslumbrada:
-Pero papá, ¡Un duro! ,  ¡Un duro!, ¿No te habrás equivocado papá?
Don Luis dijo simplemente:
-Si, tienes razón; me he equivocado….- y llamó al mendigo, que se alejaba feliz.
Cuando lo tuvo cerca, le dijo con naturalidad:
-Tome otras cinco pesetas, que antes, sin querer me equivoqué al darle la limosna… Pero no me lo agradezca a mí; agradézcaselo a mi hija, que es la que ha advertido el error.


SU OBRA

Su producción, especialmente teatral, es abundante  y selecta.
He aquí un índice de sus obras:
- Por dinero baila el perro.- Estrenada en Jerez. Con esta obra se inicia su carrera dramática. No existe copia en la sociedad de autores.
- Verdades amargas.- Comedia de costumbre en tres actos y en verso. Dada al público en  Madrid, en 1853.
- Alarcón.- Drama en tres actos y en verso. Madrid 4 de mayo de 1853.
- Las prohibiciones.- Comedia en tres actos y en verso. Teatro del Príncipe; 20 de octubre de 1853.
- Una broma de Quevedo.- Comedia en tres actos y en verso.  Madrid; teatro Lope de Vega; 1854, febrero.
- El caballero del milagro.- Drama en tres actos y en verso. Teatro del príncipe; Madrid; 29 de marzo de 1854-
- Mariana la Barlú.- Teatro de la Cruz; mayo de 1853. Sería la primera obra que estrenó en Madrid.
- Una virgen de Murillo.- Comedia en tres actos y en verso. Escrita en colaboración con Mariano José de Larra. 24 de diciembre de1854.
- Entre todas las mujeres.- En colaboración con Larra. No existe copia en la Sociedad de Autores.
- La vergonzosa en palacio.- Zarzuela, Música de Fernández caballero. Teatro de la Zarzuela; mayo de 1855.
- Cuando ahorcaron a Quevedo.- Zarzuela en tres actos, música de Fernández Caballero; 1855. En los carteles del teatro de la Zarzuela aparece en enero de 1857.
- Una aventura de Tirso.- Comedia en tres actos y en verso.  Teatro del Príncipe, 30 de mayo  de 1855.
- La vida de Juan Soldado.- Drama en tres actos y en verso. Teatro Nuevo; Madrid, 1856.
- La vaquera de la Finojosa.- Drama en tres actos y en verso. Teatro del Príncipe; 1856, 6 de septiembre.
- La llave de oro.- Drama en tres actos y en verso. Teatro del Príncipe; 1º de octubre de 1856.
- Grazalema.- Drama histórico en tres actos y en verso.  30 de mayo de 1857.
- El patriarca del Turia.- Drama en tres actos y en verso. Teatro Novedades; 23 de diciembre de 1857.
- Las querellas del Rey Sabio.- Drama histórico en tres actos y en verso. 19 de noviembre de 1858.
- Mentiras dulces.- Comedia en tres actos. 2 de abril de 1859.
- Santiago, y a ellos.- Apropósito (breve pieza teatral de circunstancias) dramático en tres actos y en verso, escrito con motivo de la guerra de África. Teatro del Circo; Madrid, 23 de noviembre de 1859.
El padre de los pobres.- Drama tradicional en cinco actos y en verso. Teatro de Novedades, 1860.
- La payesa de Sarriá.- Drama romancesco en tres actos y en verso. Estrenado en Barcelona; en Madrid en septiembre de 1864.
- Los crepúsculos.- Comedia en un acto y en verso; Valencia, 6 de febrero de 1861; Madrid, marzo de 1863.
- La cruz del matrimonio.- Teatro Variedades; Madrid, 28 de noviembre de 1861.
- Los encantos de Briján.- Obra de magia. Sin copia del libreto en la Sociedad de Autores.
- La mano de gato.- También obra de magia. Tampoco hay ejemplares en la Sociedad de Autores.
- Los soldados de plomo.- También obra de magia.
- Quiero y no puedo.- Teatro de la zarzuela; 7 de diciembre de 1867.
- Un hallazgo literario.- Prólogo dialogado de un drama de Ventura de la Vega.
- La convalecencia.- Apropósito en un acto y en prosa; Teatro de la Zarzuela, 7 de diciembre de 1868.
- Lope de Rueda.- Comedia novelesca en tres actos y en prosa. Teatro de Lope de Rueda, 11 de enero de 1870. .
- El molinero de Subiza.- Zarzuela histórico-romancesca en tres actos y en verso, música de Cristóbal Oudrid.  Teatro de la  Zarzuela, 21 de diciembre de 1870.
- El salto del pasiego.- Zarzuela melodramática en tres actos y ocho cuadros; música de Fernández Caballero. Obra póstuma de Eguílaz.
- El esclavo.- Tres actos; Obra tomada del drama ”La expiación”; música de Martín Sanchez Allú y Luis Cepeda . Teatro de la Zarzuela, diciembre de 1856.
Además, escribió y publicó la novela “La espada de San Fernando”.
Al morir dejó sin terminar varios dramas, comedias y zarzuelas.


ALGUNOS PERFILES COMPLEMENTARIOS

I- Nostalgias

Eguílaz no puede reprimir, a lo largo de su obra, ese sentimiento de nostalgia -tan común a los que viven alejados de la tierra nativa-, sus recuerdos tienen amplitud geográfica, y es corriente verle y evocar distintos lugares andaluces.
Las ciudades de Jerez y Sanlúcar ocupan, lógicamente, en sus evocaciones madrileñas, zonas de marcadas preferencias.
Sanlúcar, como sitio de su nacimiento, resurge en largas intermitencias, pero siempre sobrecargada, la añoranza de honduras nostájgicas:

“Se perderá sin cesar
en tus ondas de Safir,
como tú, Guadalquivir,
vas a perderte en el mar”
(De una virgen de Murillo)

“Prefiero su grato azúcar,
que fragante olor arroja,
al de la ciruela roja
que produce tu Solúcar”
(De Grazalema)

“Más bella que si se pinta,
mi señor tiene una quinta
en la ciudad de Sanlúcar,
que baña el Guadalquivir;
allí tranquila y contenta,
con mil ducados de renta,
podéis dichosa vivir
(De La llave de oro)

II.- Tristeza

Basta leer a Eguílaz a través de sus libros teatrales para obtener rápidamente el convencimiento de que es la tristeza la que permanece, la que se enseñorea de su espíritu con una perseverancia de tal entidad que no da entrada ni al alivio ni al olvido. Puede afirmarse de un modo triple que eguilaz (palabra que en eúscaro, región de la que procedía la familia de nuestro poeta significa verdad amarga), Eguílaz (apellido) y Eguílaz (hombre, autor) tienen una misma significación morfológica: amargura, tristeza.
Independientemente de esto, hay que reconocer, que la época de Eguílaz es época de gran relieve romántico; y el romanticismo desemboca fácilmente en rampas de dolor y de tristeza. Un espíritu luminoso, de humor, de ironía, de chispa festiva o de simple desenfado humano, es inconcebible en esas décadas.
Si a ese signo de condición temporal sumamos, en Luis de Eguílaz, poca salud, angustiosas condiciones económicas, dificultades de acomodo social y escénico, obtendremos con facilidad este producto típico: verdad amarga, tristeza, disgusto, aflicción… ¡La vida!
Vemos algunos ejemplos a través de sus personajes de ficción:

“Un filósofo decía,
a cuantos le iban a oír,
 que vivir siempre o morir,
él por lo mismo tenía.
¿Por qué vives? – con cinismo
un joven le preguntó-,
y el anciano respondió:
“Vivo, porque da lo mismo”.
(De el caballero del milagro)

“Porque al fin, si bien se mira,
guarda el mundo, cada año,
por minuto un desengaño,
por segundo una mentira”.
(De Alarcón)

III.- Directrices

Las manifestaciones siguientes, nos dan la pauta de sus intimidades y nos sirven para mejor conocerle:

“¿Yo ambiciones? ¿Para qué?
¿Qué grandeza no se abate
con la muerte?”
(De El patriarca del Turia)

“Sé franco porque así crezcan
los afectos que me inspiras.
Yo detesto las mentiras
por muy dulce que parezcan”
(De mentiras dulces)

IV.- Materia prima

La cantera literaria de Eguílaz, de un modo principal, está situada  en el fondo de la historia española y no en el momento en que lo tocó vivir.
El teatro de Eguílaz se hallaba enraizado en siglos casi del medievo; sus personajes eran los de entonces. Cuando el autor se movía en su clima predilecto, las obras salían con una perfección difícilmente igualable. En cambio si se dedicaba a la fabricación de otros artículos nuevos, vemos cómo la línea estética entra en planos de oscilaciones o de curvas depresivas.
 De una forma o de otra, Eguílaz debió ser un enamorado de la historia de España. 

JUICIOS CRÍTICOS

I.- Galanterías y piropos cortesanos

Eguílaz, por su marcada inclinación al género clásico, nos muestra, a través de sus muchas escenificaciones históricas, espléndidos brotes de galantería caballeresca. Leyendo sus versos, se ve cómo el personaje de ficción levanta, con aire de chambelán, su sombrero de plumas para convertirlo después, tras una majestuosa inclinación, en signo reverencial de pleitesía.
A pesar de su naturaleza andaluza, anduvo, artísticamente tan alejado de las esencias peculiares de su tierra, que sus lisonjas rondadoras, sus madrigales, tuvieron, lógicamente, que ajustarse al patrón clásico; principalmente porque las características de sus obras –dados sus personajes y las circunstancias de acción y tiempo de sus obras- así lo requerían.
Veamos de qué forma tan bella expresa sus sentimientos.

“Dadme amor y  viviré,
si vivir es permitido
al pobre mortal que herido
en cuerpo y alma se ve”.
“Tallo que dobla la brisa,
en ella su cielo ve.
Bendice la yerba el pie
de la dama que la pisa”
(De una broma de Quevedo)

II.- Pensamientos filosóficos

No basta, a las apetencias intelectuales del tiempo en que nos encontramos, el hecho de decir las cosas bellamente; estiman que es necesario el complemento sentencioso y profundo, sin cuya presencia la obra artística aparece como imperfecta y empobrecida.

“Quien quiera en la senectud
Con los recuerdos gozar,
 que no se tenga que echar
 en cara su juventud”
(De Las Prohibiciones)

“Cuando yo era poderosa
de mí se le vio alejarse…
que el orgullo debe usarse
cuando no queda otra cosa”

III.- Antología

En la época de Eguílaz las obras –para desgracia de los escritores, comediantes y empresarios- duraban poquísimo tiempo; resultaban auténticas flores de un día, actos efímeros; y era, por tanto, preciso e indispensable, para el relleno de los carteles, dar a la producción teatral  un ritmo acelerado y violento. A buen seguro que de no haber mediado semejante vida teatral, tan menguada en representaciones como larga y exigente en demanda, la producción dramática no hubiese sido nunca lo que fue, de amplia y de extensa.
Eguílaz escribía con extraordinaria rapidez. Justificamos lo que antecede con las siguientes citas:
“…en cuatro años y medio que llevo de escribir – de los cuales, dos por lo menos he estado enfermo y sin poder trabajar- he dado 17 obras, todas originales, al teatro…”
(Nota tomada del drama Grazalema)
“…sólo de tres días he dispuesto para pensarla y escribirla…”
(De Una aventura de Tirso, dedicatoria)

SU MUERTE

Eguílaz, en sus pensamientos teatrales e incluso en sus expansiones de mayor intimidad, rara vez aborda este tema; evoca, con mucha regularidad motivos de decepción, de quejas, de angustias, de temores indeterminados; pero quizás por sentirse prisionero de afecciones mortales, fácilmente se le ve apartarse y huir, temeroso de encontrarse frente a frente y cara a cara con la imagen aterradora, con la efigie final. En algunos de sus dramas se presiente un epílogo de sangre, un espantoso filicidio; mas luego, en una mutación vertiginosa, todo cambia maravillosamente, y el espectáculo de la tragedia, de la hecatombe y del crimen aparece reemplazado por unas escenas de emocionante paternidad.
Eguílaz muere fiel al concepto que informa la totalidad de su existencia: muere igual que había vivido, sin una rectificación ideológica, sin un gesto de repulsa, sin una sola palabra de rebelión.
La muerte tiene sus veleidades, sus caprichos, hace desaparecer a muchos de manera total; con un simple gesto les aleja de la circulación eternamente y siempre con desprecio absoluto de influencias, de prestigio y de fama; Tal es el caso el torero, el deportista, el comediante; con la última paletada funeraria  se esfuma, sin retorno posible, el valor estético la acometividad física, la palabra llena de grandeza, la desenvoltura acrobática; todo se diluye y se va… Pero ¿y en otros seres? ¿Sucede lo mismo con el pintor, el músico, el escultor, el poeta? ¿Cómo es acordarse de la muerte si tenemos delante para desmentirla: en el pintor, sus cuadros; en el escultor, sus bronces; en el músico, sus notas de armonía; en el poeta, sus versos? En la inmortalidad de una obra va anexa la inmortalidad de su creador.
Para finalizar este resumen nada mejor que las propias palabras de D. Manuel Barbadillo:

“Por fortuna, o por simple coincidencia urbanística, yo tengo mi taller, mi modesta oficina literaria, en la calle rotulada Luis de Eguílaz; cerca de la casa donde él nació, la iglesia donde fue bautizado, la plaza vieja, donde de niño jugaba con otros escolares de su edad, y donde al atardecer, las niñas del barrio cantaban nostálgicos romances sanluqueños.
Como complemento a estas vecindades, veo además, delante de mis ojos y al alcance de mis manos, muchas obras suyas; sin duda lo más selecto de su creación dramática.
¿Verdad que después de observar y de recordar todo esto, existe razón, completa y  suficiente, para no hablar más de la muerte?”



  Carmen del Río Luque - Ziky


 CEPER MARDELEVA - PATRIMONIO














 ÍNDICE                                                                                            Pag.

La casa  ……………………………………………………………………..…..  2
Sanlúcar  ………………………………………………………………………..  3
El drama de la geografía  ………………………………………………..  5
Una interviú postal  ………………………………………………………..  5
Anecdotario:
Interviene la reina  ……………………………………..………………….  6
Echegaray y Eguílaz  ……………………………………………..………..  6
Fernández caballero y Eguilaz  ………………………………………..  7
Una visita de interés  ……………………………………………. ……….  7
González Bravo  ………………………………………………………………. 8
Una obra de caridad  ………………………………………………………. 8
Su obra  ………………………………………………………………………….. 9
Algunos perfiles complementarios
I.- Nostalgias  ………………………………………………………………… 10
II.- Tristeza  ……………………………………………………………………  11
III.- Directrices  ……………………………………………………………... 12
IV.- Materia prima  ………………………………………………………… 13
Juicios críticos
I.- Galanterías y piropos cortesanos  ………………………………  12
II.- Pensamientos filosóficos  ………………………………………….  13
III.- Antología  ………………………………………………………………..  13
Su muerte  …………………………………………………………………….. 14